sábado, 14 de noviembre de 2009

salud

La dieta de los 100 años
Comer un 30% menos de lo normal sin descuidar los nutrientes esenciales alarga la vida - Pero ¿cómo lograrlo sin pasar hambre? - Los científicos ensayan el ajuste de los aminoácidos.
JAVIER SAMPEDRO 05/12/2009

La restricción calórica alarga la vida en todas las especies en que se ha probado, incluidos los monos. Poca gente se sometería a esa tortura, pero hay una alternativa que se empieza a discutir en los laboratorios: comer la cantidad normal, pero ajustando al milímetro el balance de unos componentes esenciales de la dieta: las 20 clases de aminoácidos con que se construyen las proteínas. Uno de ellos, la metionina, parece ser crucial, y un experimento con moscas refuerza ahora la viabilidad de este enfoque.
La longevidad de las moscas no se altera si se les dan más vitaminas
Añadir aminoácidos sí implica cambios en la fecundidad y duración de la vida
El secreto de la eterna juventud es pasar hambre. La restricción calórica -comer un 30% menos de lo normal sin descuidar los nutrientes esenciales- prolonga la vida de las levaduras, los gusanos, las moscas, las ratas, los ratones, los perros y los macacos. No se sabe si funcionaría en nuestra especie, pero pocos científicos apostarían en contra. Si hay principios generales en biología, éste parece ser uno de ellos.
La prolongación de la vida no ocurre a pesar de las enfermedades de la vejez, sino a base de retrasar su aparición: la restricción calórica previene en todas las especies -en este caso sí hay indicios en humanos- contra las enfermedades neurodegenerativas, el cáncer y la diabetes, que a su vez es la principal causa del daño vascular y el infarto.
Éstas son las dolencias de la edad. También son las grandes causas de mortalidad en los países desarrollados, como lo serán cada vez más en el resto del mundo, a medida que los países pobres vayan superando las enfermedades infecciosas e importando el patrón occidental de alimentación.
Gran parte de la investigación actual sobre el envejecimiento -uno de los campos más activos de la biomedicina- consiste en buscar alguna forma de imitar la restricción calórica; una forma que no implique pasar hambre durante 100 años. Y también que evite, a ser posible, la pérdida de fecundidad asociada a esta dieta.
El cuerpo está hecho de grasas, azúcares, genes y proteínas. Las proteínas son rosarios de 20 tipos de aminoácidos, y la metionina es uno de ellos. Más aún, es uno de los 10 aminoácidos "esenciales", los que nuestras células no saben fabricar y por tanto debemos adquirir de la dieta. Otros aminoácidos son el triptófano, la leucina y la asparagina, que debe el nombre a su abundancia en el asparagus (el espárrago) y a una discutible traducción del inglés.
Michael Smith-Wheelock, del centro geriátrico de la Universidad de Michigan, mostró en 2005 que una dieta deficiente en metionina alarga la vida de los ratones, además de retrasar muchos signos de la vejez, como las cataratas, la merma del sistema inmune y la resistencia a la insulina que suele conducir a la diabetes de tipo 2, o asociada al sobrepeso. Los ratones comían la cantidad normal, pero de una dieta con muy poca metionina. Su longevidad aumentó y su fecundidad bajó.
Con 20 aminoácidos distintos hay muchas otras combinaciones que probar, y hacerlo en ratones -que viven tres años- es muy lento. Matthew Piper y Linda Partridge, del Institute of Healthy Ageing del University College de Londres, lo han hecho con la mosca Drosophila melanogaster. Las moscas viven un mes, pero en ese plazo se mueren de viejas. Ver si una combinación de aminoácidos aumenta su vida en un 50% sólo lleva 10 semanas. Presentaron ayer el trabajo en Nature.
Los científicos han partido de una dieta mínima -la condición de restricción calórica que alarga la vida y reduce la fecundidad- y han ido añadiendo uno u otro nutriente. El primer resultado es que añadir vitaminas, grasas o carbohidratos no tiene ningún efecto, ni sobre el aumento de la longevidad ni sobre la reducción de la fecundidad. Por tanto, no es el incremento de calorías en sí mismo lo que reduce la vida.
Pero añadir aminoácidos altera ambos parámetros. Las moscas vuelven a vivir 7 semanas en vez de 10, y aumentan su puesta de unos meros 120 huevos por hembra a los 170 que ponen normalmente las moscas bien alimentadas. Sólo los 10 aminoácidos esenciales tienen ese efecto. Dentro de ellos, sólo la metionina restaura la fecundidad y, de forma inesperada, no acorta la vida.
Esto parece contradecir el resultado anterior obtenido en los ratones -que una dieta pobre en metionina alarga la vida-, pero no es así. Los científicos del University College han comprobado que, si añaden a la dieta mínima de sus moscas una mezcla de los 10 aminoácidos esenciales, la vida vuelve a ser tan corta como con una dieta normal; pero si añaden todos los esenciales menos la metionina, la vida sigue siendo tan larga como con la dieta mínima.
Esto no sólo cuadra con el resultado de los ratones, sino que los aclara: lo que acorta la vida, tanto en los ratones como en las moscas, no es la metionina por sí sola, sino en combinación con otros aminoácidos esenciales. Es el balance entre éstos y la metionina lo que decide el resultado. Una dieta pobre en metionina alarga la vida pero reduce la fecundidad. Una dieta con metionina, pero pobre en los otros nueve aminoácidos esenciales alarga la vida sin reducir la fecundidad.
"La dieta completa aumenta la fecundidad y reduce la longevidad", concluyen los científicos, "pero a través de distintos nutrientes: la fecundidad aumenta debido a la metionina, y la vida se acorta debido a la combinación de la metionina con otros aminoácidos esenciales".
Los 10 aminoácidos esenciales son metionina, arginina (requerida sólo en niños), histidina, leucina, isoleucina, lisina, fenilalanina, treonina, valina y triptófano. Nuestras células no pueden producirlos, y por tanto debemos obtenerlos de la dieta.
Los 10 aminoácidos que sí producimos son glicina, alanina, cisteína, aspartato, asparagina, glutamato, glutamina, prolina, serina y tirosina, con una salvedad: la tirosina la sintetizamos a partir de la fenilalanina; luego si la dieta es pobre en fenilalanina, requerimos la tirosina. Si las dietas pobres en metionina -o mejor aún, normales en metionina y pobres en otros aminoácidos esenciales- llegan a extrapolarse a nuestra especie, los nutricionistas van a tener que doctorarse en bioquímica metabólica. Y en estadística combinatoria.
"Los mecanismos que influyen en la longevidad están conservados en la evolución desde los invertebrados hasta los mamíferos", argumentan Piper y Partridge. "Nuestros resultados implican, por tanto, que los mamíferos también pueden obtener los beneficios de la restricción dietética sobre la salud y la longevidad sin pérdidas de fecundidad, y sin la propia restricción calórica, mediante un adecuado balance de nutrientes".
Los alimentos difieren mucho no sólo en su contenido total de proteínas -y por tanto de aminoácidos-, sino también en su combinación de aminoácidos. Y la metionina es uno de los que más varían. Abunda mucho más en el pescado y la carne (630 miligramos por cada 100 gramos de filete) que en las frutas y verduras (120 miligramos por 100 gramos de alubias).
Los vegetarianos tienen que compensar su menú para evitar deficiencias de metionina y lisina. El ejemplo más conocido son las alubias (ricas en lisina y pobres en metionina) con arroz (pobre en lisina y alto en metionina). La población general no tiene que hacer tantas cuentas, porque suele comer demasiadas proteínas, con todos sus aminoácidos en sobreabundancia.
La recomendación de la OMS son unos 40 o 50 gramos diarios (según el peso de la persona) de proteína "de buena calidad" (como la carne o las alubias con arroz). Los niños y las embarazadas necesitan más que eso.
El envejecimiento no es una mera consecuencia del paso del tiempo. Los materiales de los que estamos hechos, como las proteínas y las grasas, son los mismos en una tortuga de 200 años, una ostra de 100, un búho (65 años), un mono (50), un león (40), un delfín (30), un caracol (15), un ratón (4) o una mosca, que ya hemos visto que se muere de vieja a las 7 semanas (10 si se ajusta la metionina en su dieta). Y, de forma contraria a toda intuición, el programa genético que hace vivir siete semanas a la mosca es el mismo que le otorga 200 años a la tortuga.
La longevidad es un producto de la evolución. La esperanza media de vida en los países desarrollados se ha duplicado en los últimos 100 años -rondaba los 45 años al empezar el siglo XX- debido a las vacunas, a los antibióticos y al saneamiento de las aguas. El fenómeno refleja la victoria de la medicina occidental sobre las enfermedades infecciosas, un avance que todavía está por llegar a los países en desarrollo.
A diferencia de la vida media, la vida máxima es una constante para cada especie. Las personas que superan los 110 años son tan infrecuentes hoy como en el pasado. El Instituto Nacional del Envejecimiento de Estados Unidos estima que, de los 6.800 millones de habitantes del planeta, "quizá no más de 25 personas superen ahora mismo los 110 años".
La restricción calórica (o "dietética", como prefieren llamarla ahora los científicos británicos) no sólo aumenta la vida media de las especies en que se ha probado, sino también la vida máxima, el techo biológico de cada especie. La dieta afecta a la actividad de esos mismos genes que controlan el ritmo de envejecimiento, y hace que un individuo viva más de lo normal. El incremento de vida ronda el 30% en muchos experimentos; a veces alcanza el 50%.

La importancia de las proteínas
- Componentes de la dieta. A grandes rasgos, los alimentos pueden clasificarse como azúcares, grasas y proteínas. Estas últimas son cadenas formadas por una veintena de eslabones diferentes, los aminoácidos. En estas moléculas está la clave de una vida centenaria.
- Aminoácidos esenciales. Son los 10 que el cuerpo humano necesita, pero no puede sintetizar, por lo que tienen que estar en la dieta. Por definición, los aminoácidos están en los alimentos ricos en proteínas (carne, leche, huevos), y también en algunos vegetales (legumbres). Es uno de los aspectos que deben vigilar los vegetarianos de su dieta. Para ello, la combinación de legumbres y cereales es la mejor (garbanzos y avena). Son la arginina (requerida sólo en niños), histidina, isoleucina, leucina, lisina, metionina, fenilalanina, treonina, triptófano y valina.
- Metionina. Los estudios sobre la longevidad de los animales apuntan a que la clave está en este aminoácido. Se encuentra en nueces, quesos y huevos. También en el germen de trigo y la soja.
- Aminoácidos no esenciales. Son los 10 que sí producimos: alanina, asparagina, aspartato, cisteína, glutamato, glutamina, glicina, prolina, serina y tirosina, con una salvedad: la tirosina la sintetizamos a partir de la fenilalanina; luego si la dieta es pobre en fenilalanina, requerimos la tirosina. EL PAÍS

ALICIA - TAMARA

ARTURO - FRANCISCO

PAULA - ELENA

EL ACEITE DE OLIVA


El aliño de la buena vida
Regula la presión arterial, ayuda a controlar la diabetes y sabe a gloria. Es el aceite de oliva. Descubrimos sus secretos a través de las últimas investigaciones
JOAQUÍN MAYORDOMO
Hace más de 4.000 años que el aceite de oliva es una fuente de vida; o al menos así lo han creído los habitantes de los países mediterráneos. Con él se ungía a los recién nacidos y a los reyes, a los atletas que iban a competir y a los héroes que regresaban de la guerra. También ha sido siempre producto de higiene y de belleza; un zumo de frutas versátil y útil. Durante mucho tiempo fue combustible para el alumbrado y moneda de cambio en las transacciones comerciales. Pero, por encima de todo, el aceite de oliva es un alimento preciado, porque su uso es saludable. "Y lo mejor es que estamos habituados a usarlo; es una suerte. No como en los países anglosajones que carecen de este hábito", comenta Pedro Pablo García Luna, jefe de la Unidad de Nutrición del hospital Virgen del Rocío.

Sin el aceite de oliva no hay dieta mediterránea que valga. Es el ingrediente imprescindible para que ésta sea equilibrada, y, siguiéndola durante tiempo, los investigadores ya han confirmado que retrasa la aparición de enfermedades, como las degenerativas.
Los resultados obtenidos demuestran que tomar entre dos y cuatro cucharadas soperas al día como máximo (unos 60 centímetros cúbicos) tiene efectos beneficiosos para la salud.
Pero, ¡ojo! no hay que engañarse. "No, no es un medicamento", afirma rotundo el catedrático de Medicina Interna de la Universidad de Córdoba, Francisco Pérez Jiménez, pionero en intentar averiguar qué componentes contiene el aceite de oliva que hacen que la buena salud y el equilibrio vital sean apreciables en muchas de las personas que lo consumen regularmente. "Es un alimento preventivo, que regula el funcionamiento orgánico, y que resulta más eficaz para retrasar la aparición de enfermedades cuanto mayor calidad tenga y más continuado sea su uso en el marco de una vida sana", apunta.
Un uso moderado, matiza Pérez Jiménez, porque el consumo en exceso de este zumo de fruta también perjudica. "No se olvide que es una grasa", subraya.
El equipo de José Villar, profesor de Medicina Interna en el hospital Virgen del Rocío, ha intentado hallar pruebas que confirmen los beneficios que la tradición atribuye al aceite de oliva.
Para ello, eligieron, hace ya 20 años, a un grupo de monjas ?"por eso de su vida ordenada y disciplina en la dieta", dice? y las sometieron a un estudio riguroso a partir de la utilización de aceite de oliva en las comidas.
"Los resultados no han podido ser más rotundos", afirma. "Tenemos la certeza ?y así lo hemos publicado? que este aceite regula la presión arterial. Es más, nuestros datos indican que esa presión, cuando es muy alta, se reduce en torno al 26%".
Los llamados "componentes minoritarios" del aceite de oliva son, según los indicios, los que esconden las claves de esos múltiples beneficios que se le atribuyen. Se calcula que el aceite puede estar formado por unos 3.000 componentes distintos, de los que se conocen apenas un par de cientos. Estos son, según Pérez Jiménez, los que actúan como reguladores retardando la aparición de dolencias como la arteriosclerosis o el alzheimer, contribuyen a estabilizar y mejorar el control de aquellos enfermos que padecen diabetes y, en general, evitan la oxidación de las células y su consiguiente envejecimiento.
Este aceite de oliva también interviene eficazmente en la regulación del sistema circulatorio. Después de haber estudiado en la última década su acción en los procesos que llevan a la aparición de arteriosclerosis, Villar califica de "increíbles" los efectos que tiene en las células el aceite de oliva extra virgen: aquel que se extrae por procedimientos mecánicos a partir de la aceituna recolectada en su momento óptimo.
El investigador sevillano resume: "El comportamiento del organismo es muy diferente según las grasas que toma. Nosotros hemos observado que las grasas que más beneficios aportan al ser humano son las que proceden del aceite de oliva". Una observación que García Luna corrobora. "Es tan importante en la dieta mediterránea que hoy está universalmente aceptado que ésta se incluya en cualquier tipo de alimentación artificial que se le recete a un enfermo".
En el pueblo malagueño de Pizarra, Federico Soriguer, jefe del Servicio de Endocrinología y Nutrición del hospital Carlos Haya de Málaga, inició en 1994 un estudio epidemiológico con 1.250 personas para determinar, entre otras cosas, el papel que juega el aceite de oliva en la prevención o aparición de enfermedades. Soriguer quería explicar, entre otras cosas, cómo repercuten en la salud ciertos hábitos de vida como el sedentarismo, la nutrición, el tabaquismo o el consumo de alcohol. Después de 15 años, Soriguer y su equipo disponen ya de indicadores suficientes para evaluar el valor nutricional del aceite de oliva, y la incidencia de ésta en la prevención y control de enfermedades.
En un trabajo publicado en American Journal of Clinical Nutrition el equipo del investigador malagueño demuestra que existe una relación directa entre el fruto del olivo y el control de la hipertensión arterial. E igualmente prueba, a partir de otro estudio similar, que el aceite de oliva juega un papel fundamental en la prevención y posterior regulación de la diabetes. "Nuestras investigaciones nos dicen que si se sigue la dieta mediterránea se retrasa la aparición de esta enfermedad", concluye.
Soriguer ha probado asimismo que el aceite interviene, de forma favorable, en la regulación de la obesidad ya que, explica, han visto en ratas que, tras una dieta con aceite de oliva, la grasa se redistribuye mejor en su cuerpo.
El aceite de oliva tiene casi un 80% de ácido oleico, una grasa monoinsaturada que ayuda a reducir el colesterol malo y beneficia el bueno. Junto a este ácido, sus ya citados "componentes minoritarios", juegan hoy un papel capital en el control de esa plaga llamada obesidad, que se extienden en las sociedades desarrolladas.
Pero es una grasa; no hay que olvidarlo. De modo que antes de aficionarse a su consumo conviene saber que un gramo de aceite contiene 9 calorías. Los expertos recomiendan no tomar más de 60 centímetros cúbicos de aceite de oliva al día. Una cucharada sopera equivale a 15 centímetros cúbicos. Así que, como máximo, podríamos utilizar cuatro.
En cifras
El 98% del aceite de oliva que se consume en el mundo procede de la cuenca mediterránea; tan sólo Grecia, España e Italia representan el 75% de la producción.
En España hay 300 millones de olivos, de 269 variedades, repartidos por dos millones de hectáreas. Andalucía posee el 80% de los olivos. Le sigue Castilla y La Mancha, que tiene el 7%.
En conjunto, la producción española anual de aceite de oliva se cifra en torno a las 800.000 toneladas de media (un 25% de la producción mundial), de las que unas 300.000 se destinan a la exportación a un centenar de países.
Para producir un litro de aceite se necesitan entre cuatro y cinco kilogramos de aceitunas.
Ni el color, el sabor o el aroma determinan la calidad de un buen aceite; tampoco la variedad de la aceituna de la que se extrae. Su calidad está marcada por factores como el clima, el tipo de suelo, el proceso de elaboración o el almacenamiento.
El aire, el calor y la luz estropean el aceite. Pero si las medidas para su conservación son adecuadas, mantendrá todas sus propiedades durante al menos 18 meses.
Un olivo comienza a dar fruto a partir de los cinco años de vida. Pero es después de los 10 cuando alcanza su madurez, que se prolonga hasta que cumple los 100 años. Entonces empieza a declinar.

LA DIETA MEDITERRÁNEA


Época de legumbres
Las legumbres son alimentos de alto valor nutritivo cuyo consumo está en declive.
PILAR RIOBÓ
Las legumbres han sido uno de los principales sustentos de la población en épocas de escasez. Se debe a su facil conservación,su alto valor nutritivo y su gran verstilidad en la cocina. Hasta hace poco, constituían la principal comida del día, habitualmente acompañadas de embutidos y carne, excepto los viernes de vigilia, en que se acompañaban de verduras y bacalao. Las leguminosas son de fácil cultivo ya que son poco exigentes en cuanto al clima y al suelo, y mejoran la fertilidad del terreno. Sin embargo, a pesar del interesante valor nutricional de las legumbres, en los últimos años se observa una disminución del consumo de leguminosas.
Las legumbres constituyen el grupo de alimentos vegetales con mayor contenido en proteínas; aportan nada menos que alrededor de 20 a 30 gramos por cada 100 gramos de alimento. Esto, unido a su bajo coste con respecto a otros alimentos proteicos (como la carne o el pescado), ha motivado que se les llame "la carne de los pobres". Sin embargo, las proteínas de las legumbres no contienen todos los aminoácidos esenciales.Por eso no se les considera de alto valor biológico.No obstante, la adición de ciertos cereales que contienen justamente los aminoácidos en los que las legumbres son deficitarias, en un plato gastronómicocomo lentejas con arroz, alubias o guisantes con maíz, aporta los aminoácidos deficitarios convirtiendo a ese plato en proteínas completas. Una vez más, la cultura gastronómica es sabia.
Las legumbres también aportan carbohidratos de tipo complejo, es decir, de absorción lenta. Aportan poca grasa, siempre que no se les añada, y además, debido a su origen vegetal,la grasa que puedan aportar no produce colesterol. Su mala fama de alimento fuerte y graso se debe al resto de alimentos con los que se cocinan como el chorizo, la morcilla,el tocino, la orejaetc.,que aumentan su valor calórico.
Pero su principal característica es que tienen una gran cantidad de fibra de tipo soluble, que se encuentra sobre todo en la piel y las vainas. La fibratiene efectos beneficiosos para el aparato digestivo y el metabolismo de la glucosa y el colesterol. Este tipo de fibra, que no se absorbe desde el intestino a la sangre,cuando llega al colon es transformada por las bacterias intestinales en ciertos ácidos grasos de cadena corta, volátiles, que son los que dan olor a las heces. Por eso, las legumbres producen flatulencia. Sin embargo, la flatulencia en sí no es nociva, si no ocasiona dolores y molestias importantes, ya que esos ácidos grasos de cadena corta son nutrientes para el propio colon.Sin embargo, hay que reconocer que la flatulencia es un problema social.
Hay que destacar también la riqueza en hierro de las leguminosas, de 5-7 mg/100 gramos de alimento. Lo mismo sucede con el magnesio, ya que aportan entre 60 y 90 mg de magnesio en cada 100 gramos. Hay que tener en cuenta que el contenido es sales está influenciado por las características de cada especie, por el clima y por las prácticas de cultivo. En cuanto a las vitaminas es importante el contenido en vitaminas del grupo B, como la tiamina o vitamina B1, la riboflavina o B2, niacina y ácido fólico.

ARROZ TRANSGÉNICO

viernes, 13 de noviembre de 2009

DANIEL - JAIME

ALICIA - TAMARA

PAULA-ELENA

KEVIN - GUILLERMO

VALENTÍN - DANIEL

SOFÍA - PATRICIA

MARÍA-ANA

PAQUI - MARÍA